El trabajo en una vida de 100 años: la necesidad de extender la etapa activa
Una vida más larga trae consigo excelentes oportunidades y grandes beneficios, pero a la vez retos para las personas, sus empleadores, y para las administraciones públicas.
La mejora en la ciencia médica, las nuevas tecnologías y el crecimiento de la riqueza, traen consigo un cada vez más exponencial incremento de la esperanza de vida y de la calidad de la misma, y consiguientemente un incremento de la esperanza de vida de las personas de una generación que llegan con vida a los 65 años (la que hasta fechas recientes era la edad ordinaria de jubilación en muchos paises). Ralentizadores en el camino, como la pandemia de COVID19, son solo pequeñas correcciones temporales en esa gran macrotendencia mundial.
Una vida más larga y con mejor salud es una bendición, pero a la vez trae retos relevantes para las personas. Retos ineludibles, que en España estamos retrasando afrontar de una forma decidida.
Por un lado, está un aspecto fundamental, cual es la necesidad inevitable de afrontar, más temprano que tarde, las “adaptaciones y reformas” en el cuanto, el cuándo y el cómo se perciben los ingresos por jubilación, vinculado a la financiación y al nivel de generosidad de las pensiones públicas (importe), al retraso en la edad de inicio de su cobro y a la necesidad de generación de fuentes complementarias como el ahorro privado individual y el de empleo, para adaptarlas a esos incrementos previstos en la esperanza de vida y al incremento en la proporción de personas en situación de jubilación respecto a trabajadores los activos (la tasa de dependencia, que pasará de un 33% actualmente a un 78% en 2050).
Desde el punto de vida del trabajo, parece lógico que si vivimos más años trabajemos más años. Ello debido a motivos financieros, pero también por razones de calidad de vida: para nuestra realización como personas. Más allá de esas necesidades económicas-financieras, no parece sano pasar largos periodos de nuestra vida inactivos. Los hobbies no lo llenan todo. Otra cosa será que, por lo motivos expuestos más adelante, en el futuro podamos elegir en que trabajar y otros aspectos como la forma de prestar el mismo (la duración de la jornada laboral y lugar de prestación), y que el trabajo del futuro pudiese convertirse casi en un hobbie.
Se estima que más de un 50% de los nacidos a partir del año 2000 van a vivir más de 100 años. un nacido en 2017 tiene más de un 50% de posibilidades de vivir más de 105 años. La esperanza de vida media de la generación Millennials (nacidos entre 1980 y 1995) superará ampliamente los 90 años, y los miembros los tramos más jóvenes de esta cohorte se acercarán a los 100.
Teniendo en cuenta las anteriores estimaciones de esperanza de vida futura y que la vida activa representa actualmente aproximadamente un 45% de toda nuestra vida (teniendo en cuenta una esperanza de vida en España un poco superior a 83 años y una duración habitual de la vida laboral de en torno a 37 años), las generaciones que se vayan incorporando al mercado laboral deberían trabajar durante casi 50 años.
Si continuáramos en el futuro con duraciones de la carrera profesional similares a las actuales, supondría que pasaríamos más del 60% de nuestra vida en las etapas de estudio y de retiro y apenas un 35% de la misma trabajando. Esto no sería sostenible, a no ser que realmente la robótica, la IA y el resto de nuevas tecnologías consigan un notabilísimo incremento de la productividad de la actividad económica y por lo tanto de la riqueza, que a su vez se trasladase al conjunto de la población a través de un equitativo reparto de esos ingresos entre la ciudadanía, para así financiar sus necesidades durante una vida más longeva sin necesidad de trabajar más (más años, misma jornada laboral).
Dicho esto, surgen algunas otras preguntas para la reflexión:
- ¿Es soportable una vida laboral de más de 50 años con el esquema actual de relaciones laborales basados en un contrato de trabajo 40 horas semanales por 5 días a la semana con presencialidad (pese al paréntesis en este sentido que está suponiendo COVID19)?, ¿ estaríamos condenando a las futuras generaciones a vivir una insoportable rutina laboral?
- Asimismo, muchas personas se hacen aún la pregunta sobre si la prolongación en el trabajo de los mayores incrementa el desempleo de los jóvenes. La repuesta desde el punto de vista económico es rotundamente NO. Una economía NO tiene una capacidad máxima limitada de puestos de trabajo que puede crear, y el trabajo de los mayores indirectamente genera más trabajo para los jóvenes como consecuencia de que es generador de productividad la cual es un motor del empleo. En los países de la OCDE y en Europa la correlación entre las tasas de actividad de los más mayores respecto a la tasa de paro de los más jóvenes es negativa: la inmensa mayoría de los países con mucha tasa de actividad en los mayores, además, tienen poco paro juvenil.
En próximos posts trataremos estas cuestiones sobre el trabajo del futuro, como prepararse para una vida profesional más larga, así como el papel que las empresas y las administraciones han de jugar.