La Calidad de Vida relacionada con la Salud en las Personas Mayores en España
El importante aumento de la esperanza de vida en España no implica un necesario mantenimiento en términos de calidad; de hecho, la calidad de vida relacionada con la salud de la población mayor es significativamente inferior a la de la población general, especialmente en las mujeres y en los mayores con niveles educativos bajos. Realizar actividades cotidianas y de autocuidado son los principales problemas que sufre esta población.
Como ya se comentó en post anteriores, los cambios en los patrones sobre la salud de la población mayor nos indican que, por un lado, nuestros mayores viven más años que las generaciones anteriores (especialmente las mujeres) y que, por otro, disfrutan de un mayor número de años de vida saludables en la vejez, si bien las enfermedades neurodegenerativas son cada vez más prevalentes entre este colectivo. Sin embargo, aun mostrando la salud de la población mayor, es posible avanzar en indicadores complementarios de salud que reflejen con una mayor riqueza cuál es la calidad de vida que disfrutan nuestros mayores o qué nivel de bienestar social tienen. Será aquí donde nos centraremos en este post.
Antes de bombardear al lector con cifras, conviene señalar qué entendemos por calidad de vida relacionada con la salud (CVRS). Pues bien, este concepto se centra en evaluar, subjetivamente (es decir, es la propia persona quien valora su calidad de vida), el estado de salud, los cuidados sanitarios y las actividades de prevención y promoción de la salud de las personas, tales que consigan lograr y mantener un nivel de funcionamiento que permita conseguir unos objetivos vitales y se refleje en una percepción de bienestar general. Para ello, se tienen en cuenta diferentes dimensiones como son funcionamiento físico, psicológico-cognitivo y social, analizando la dificultad/problemas que las personas perciben en diferentes dimensiones como son su capacidad de movilidad, capacidad para realizar actividades cotidianas, actividades de autocuidado, su sentimiento de ansiedad o de depresión o el padecer dolor o malestar. Finalmente, es habitual que los instrumentos de CVRS incluyan una escala que va de 0 (representando el peor estado de salud y muerte) hasta 100 puntos (mejor estado de salud con una calidad de vida plena).
Ya entrando en datos, a nivel nacional, tenemos que remontarnos a la Encuesta Nacional de Salud del año 2011/12 para obtener información sobre cuál es la CVRS de calidad de vida la población española. Según estos datos, las personas entre 65 y 74 años de edad tienen una calidad de vida relacionada con la salud de 69,82 puntos (sobre 100 puntos). Sin embargo, esta cifra cae hasta los 62,57 puntos cuando se trata de personas entre los 75 y 84 años de edad, e incluso a los 54,55 puntos si se trata de personas mayores de 85 años. Para que el lector pueda hacerse una idea de la magnitud de estas cifras, señalar que, en media, la población española con edades comprendidas entre los 35 y 44 años de edad, tiene una calidad de vida relacionada con la salud de 81,41 puntos, significativamente superior a las cifras mencionadas para la población mayor.
Considerando las cinco categorías diferentes que comprenden la medida de calidad de vida, tener problemas para realizar las actividades cotidianas es la más frecuente entre la población mayor, donde más 5,21% personas mayores de 65 años declararon no poder realizarlas. Le siguen las actividades sobre el autocuidado, con más de 3,58% mayores sin poder llevarlas a cabo, y la movilidad, donde un total de 2,72% personas mayores declararon no poder ni tan siquiera caminar. Finalmente, estarían tener un muy intenso dolor/malestar y sufrir una gran ansiedad o depresión, con 1,19% y 0,70% personas mayores padeciéndolo, respectivamente.
Un aspecto a destacar es la diferencia que existe en la calidad de vida entre hombres y mujeres, ya que, en términos medios, los hombres (con una media de 79,76 puntos), tienen una mejor calidad de vida con respecto a las mujeres (las cuales tienen en media 76,11 puntos). Destacando nuevamente los grupos de edades más avanzadas, se observa que los varones con edades comprendidas entre los 65 y 74 años de edad tienen una calidad de vida situada en 72,67 puntos (67,29 puntos en el caso de las mujeres que se encuentran en este mismo rango de edad). Para el tramo de edad comprendido entre los 75 y 84 años, los hombres tienen en media 65,39 puntos (60,63 puntos en el caso de las mujeres). Sin embargo, la diferencia en la calidad de vida por género es aún más acentuada cuando se trata de población mayor de 85 años, donde los hombres tienen una calidad de vida de 58,29 puntos (52,55 puntos en el caso de las mujeres). Por tanto, podemos concluir que aunque las mujeres viven más, su calidad de vida relacionada con la salud es peor.
Otro factor a destacar, donde se muestran diferencias en la calidad de vida entre la población mayor, es el nivel educativo. En términos generales, la calidad de vida es más alta cuanto mayor es el nivel educativo. Más concretamente, las personas que superan los 65 años de edad y que no saben leer ni escribir, tienen una calidad de vida CVRS de 60,33 puntos. Esa cifra asciende ligeramente cuando se trata de población mayor con estudios primarios (con 64,71 puntos), con estudios secundarios (con 71,79 puntos) y cuando se trata de enseñanzas profesionales de grado superior o universitarios (con 77,10 puntos).
En definitiva, a medida que vamos sumando años a nuestras vidas, la calidad de vida relacionada con la salud va mermando, con una mayor intensidad en el caso de las mujeres y en personas con bajos niveles educativos. Esto ha provocado que las políticas de envejecimiento saludable hayan ido adquiriendo gran importancia en los últimos años. A ello dedicaremos algunos de los próximos posts.
(*) Juan Oliva, Luz Mª Peña Longobardo y Raúl del Pozo Rubio son profesores del Departamento de Análisis Económico y Finanzas de la Universidad de Castilla La Mancha. Su actividad científica está centrada en la economía y gestión de la salud, con especial interés en el impacto económico de las enfermedades, el uso de la evaluación económica aplicada a la toma de decisiones Y el análisis de los cuidados de larga duración.
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