La solidaridad entre generaciones, el único camino que tenemos para vivir en una sociedad cada vez más longeva.
Cada día vivimos más. Este es un hecho que ya no sorprende a nadie. Lo que sí es nuevo para todos nosotros son las implicaciones económicas, sociales, sanitarias, afectivas y emocionales que este fenómeno va a tener para todos nosotros y para el que no tenemos manual de autoayuda.
Afortunadamente, determinadas personas y grupos sociales se dan cuenta de ello y levantan la mano, cual “indicadores adelantados” de esta tendencia relacionada con el envejecimiento de la sociedad.
El Foro Lidea, un grupo de asociaciones españolas de personas mayores con diferentes objetivos asociativos ideó en una reunión de expertos de diferentes disciplinas (médicos, sicólogos, especialistas, etc.) un decálogo con la finalidad de fomentar en las personas de cualquier edad, un compromiso y una mayor relación con otras generaciones. Estos son sus principales propuestas:
- El poder político y administrativo del Estado Español en sus diferentes estamentos, debe comprometerse con una firme voluntad intergeneracional. Para ello, es necesario diseñar una política social cohesiva e inclusiva que fomente unas relaciones intergeneracionales solidarias para el conjunto de la sociedad, donde se encuentren las familias, profesionales, científicos e investigadores.
- En una sociedad intergeneracional y para todas las edades, los encuentros intergeneracionales son un valor añadido, en la organización de eventos y actos públicos. Los diferentes grupos generacionales deben de estar presentes en los diferentes ámbitos sociales y culturales que se organicen en la sociedad española, para aportar sus conocimientos y su experiencia en aquellas materias de las que sean expertos.
- Los espacios intergeneracionales son un escenario indispensable para la convivencia. Estos espacios permiten a las distintas generaciones convivir en proximidad física, junto a la base del paradigma intergeneracional de apoyo y beneficio mutuo, facilita la asistencia y ayuda mutua intergeneracional, además de la participación en actividades conjuntas.
- El ocio cultural e intergeneracional es acervo e identidad para las personas. El campo de aplicación del ocio es amplísimo y puede abarcar diferentes aspectos: Viajes compartidos entre personas jóvenes, adultas y mayores, en forma de turismo, ecoturismo, turismo cultural, etc. Que las personas mayores divulguen el acervo de su patria chica, además de sus lugares históricos, para riqueza de los/as habitantes. Mostrar a los más jóvenes los juegos tradicionales del lugar, por ejemplo.
- El modelo de familia intergeneracional es la base de la sociedad del siglo XXI. Las diferentes generaciones de una familia se apoyen mutuamente, para lo que es único y genuino del ser humano a cualquier edad, el desarrollo y crecimiento personal.
- El paradigma intergeneracional tiene que estar presente en el sistema educativo y formativo de los más jóvenes. Incorporar asignaturas que permitan a los jóvenes conocer su acervo familiar y su linaje. Contemplar la figura de las abuelos para sumar a las actividades que se organicen desde guarderías y centros infantiles.
- En una sociedad intergeneracional, es necesario utilizar los canales de información y comunicación que nos facilitan las TIC (tecnologías de la información y comunicación), para establecer intercambios de opinión y experiencias interactivas de utilidad para todas las generaciones. Es útil para facilitar la comunicación, la complementación entre las TIC y las relaciones personales.
- Es necesario informar a la sociedad actual de la importancia que tienen las relaciones intergeneracionales. Es interesante crear secciones intergeneracionales en revistas, periódicos, emisoras de radio, páginas web, etc. y la figura de experto intergeneracional en periodismo e imagen. Los medios de comunicación incorporarán a sus debates el pensamiento de personas jóvenes, adultas y mayores. Únicamente, desde el auténtico conocimiento y debate de ideas conoceremos lo que piensa una sociedad para todas las edades.
- La experiencia de la edad, es un valor añadido para los centros de trabajo y la formación de las personas jóvenes y adultas. Las personas jubiladas podrán seguir vinculadas a sus empresas y ser mentores de trabajadores jóvenes. En una sociedad intergeneracional es necesario utilizar y dar salida al valor de la experiencia de toda una vida de trabajo.
- Desde el contrato social intergeneracional, las personas jóvenes, adultas y mayores, tenemos el deber de liderar socialmente el proyecto de una sociedad para todas las edades y que permita generar el mayor bienestar a las generaciones futuras.
El futuro de las sociedades no es construir guettos etarios, en los que cada cohorte de edad solo se relacione con sus coetáneos. Los grupos de trabajo más productivos en una empresa son los más diversos en variables como la edad, el género, el origen geográfico y afinidad cultural… algo que se puede hacer extensible al ámbito de los países. Obviamente, esto requiere aprendizaje y adaptación de toda la sociedad porque es relativamente nuevo. También nos exige esfuerzos a todos, jóvenes y mayores, ya que no puede haber grupos poblacionales blindados ante la evolución económica del país, por muy mayoritarios que sean en número. Como ciudadanos de un estado estamos todos “en el mismo barco” y tenemos derechos y obligaciones que deben modularse, especialmente las obligaciones, para aquellos en etapas de la vida con menor capacidad para generar recursos y contribuir a la sostenibilidad de la economía nacional.
El camino que debemos recorrer de ahora en adelante es la senda de la diversidad de edades en familia, empresa y lugar de residencia. Aprovechemos toda la riqueza que nos aporta.