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Salud financiera   7 Ene 2019

Las “trampas mentales” que nos llevan a tomar decisiones de inversión erróneas

Autor

Instituto BBVA de PENSIONES

Los inversores tomamos frecuentemente decisiones irracionales. Estos son algunos de los sesgos de comportamiento en los que caemos

No es ni mucho menos sencillo tomar decisiones de inversión. Los mercados son volátiles y en ocasiones sobre reaccionan a determinados acontecimientos. Además, es difícil prever qué va a ocurrir en los ámbitos de la economía y política, a los que se encuentran muy ligados los mercados, en el corto y medio plazo. Son muchas las variables que hay que controlar, por lo que hay dos máximas que deben tener presentes todos los inversores: las bondades de la diversificación y de ir convenientemente acompañado en la toma de decisiones de un especialista.

Pese a las recomendaciones, los inversores suelen en muchas ocasiones tomar decisiones por cuenta propia que pueden estar condicionadas por determinados sesgos mentales que se han detectado. El área conocida como “behavioral finance” estudia cómo los inversores toman sus decisiones. Y, en muchas ocasiones, lo hacen de forma irracional. Estas son algunos de los sesgos más frecuentes.

Efecto rebaño

Tendemos a seguir ciertas corrientes o recomendaciones solo por el hecho de que otros (medios de comunicación, colegas, familiares) lo hacen, en una actitud que recuerda, efectivamente, a los rebaños.

Ilusión de control

Solemos creer, de forma equivocada, que podemos influir en el comportamiento de los mercados financieros. Por ejemplo, un inversor puede creer que la empresa para la que trabaja es un objetivo óptimo de inversión por el mero hecho de que él trabaja en la misma.

Errores de previsión

Cuando intentamos hacer estimaciones de lo que puede suceder en el futuro, tendemos a dar más peso al pasado reciente que al resto de la historia, por relevante que sea ésta. Cuando valoramos, por ejemplo, la rentabilidad de un producto, solemos centrarnos en la rentabilidad “year to date” (en lo que va de año) o en la rentabilidad del último año, ignorando lo que ha ocurrido en periodos más prolongados.

Anclaje

El inversor se “agarra” a una determinada información, con independencia de lo relevante que pueda ser, por el mero hecho de haber sido la primera que le ha llegado, mostrando resistencia a actualizar esa información, aunque haya nuevas evidencias.

Contabilidad mental

Los inversores tratan su dinero de manera diferente dependiendo de su origen y del objetivo que se plantean, en lugar de velar por la rentabilidad total. Por ejemplo, si nos toca la lotería, podemos invertir ese dinero en activos más arriesgados, dado que es un dinero que, como ha llegado sin esfuerzo, se puede uno permitir el lujo de perderlo.

Exceso de confianza

En general, las personas tienden a sobrevalorar sus aptitudes. También en el ámbito de la inversión y en su capacidad de realizar previsiones. El ejemplo más claro puede ser aquel estudio en el que el 95% de los conductores afirma que conducen mejor que la media.

Conservación

Los humanos tendemos a ser reacios y lentos a la hora de modificar nuestras creencias, aunque nos choquemos con una realidad que nos demuestra lo contrario. Tendemos a aferrarnos a lo conocido y frecuentemente evitamos incluso procesar nueva información. 

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