“Quédate en casa”. Tribuna de Francisco Olavarría, experto en dependencia y cuidados a mayores
Al inicio de la pandemia y a raíz de la crisis humanitaria que colapsó el sistema de salud, los profesionales de la sanidad a través de las redes sociales lanzaron los mensajes "Quédate en casa, te necesitamos"; "quédate en casa y ayúdanos con esta situación"; "quédate en casa, no colapses el sistema"; "súmate al reto, quédate en casa, es por el bien de todos”.
Aunque pareciera lo contrario, esto sucedió hace relativamente poco tiempo; provocando un panorama desolador dentro y fuera de nuestras fronteras, y en el que las personas mayores han sido las claras perdedoras. Miles de muertes, miedo y tristeza son ahora las preocupaciones de un país, que también sufre una crisis económica asociada a la sacudida del virus.
Por entonces el confinamiento era la medida más efectiva para protegernos frente al Coronavirus y sus letales consecuencias. Nunca antes habíamos pasado tanto tiempo con las mismas personas y en un ámbito casi desconocido para la mayoría, con los nuestros y en nuestra casa.
Ese asilamiento forzado se superó y ahora la situación es diferente. Eso sí, con nuevos contagios y con el miedo por retornar al pasado, pero con algunas enseñanzas que hemos comprobado. Algunos, en carne propia. Las personas mayores han sido tratadas como menores de edad, con prejuicios en línea con el edadismo y el viejismo de nuestra sociedad, y lamentablemente, con escasez de recursos para ofrecerles una despedida digna.
Por otra parte, la Covid-19 no ha hecho más que evidenciar los beneficios de la prestación de servicios para la salud a las personas mayores en su espacio conocido. Seguridad, confort y un entorno significativo son valores que vuelven a coger fuerza, sobre todo entre un colectivo, como el de las personas mayores, cada vez más consciente de sus derechos, y que éstos los van a reclamar con sobradas razones.
Pronosticamos que la familia, hijos e hijas, optarán, cada vez más, por respetar la voluntad de sus progenitores y volveremos a cuidarnos donde siempre lo hemos hecho, en casa y rodeados de recursos materiales y personales, para atender nuestra sobrevenida dependencia o alguna condición de discapacidad.
La preferencia por esta opción, más respetuosa y económica, de atención en el hogar seguirá creciendo y así ese “quedarse en casa”, con apoyos profesionales y globales ya no será un mandato institucional sino una decisión desde la libertad y una apuesta firme por la plena inclusión en la comunidad.
Afortunadamente ya contamos con la tecnología, como el perfecto aliado para conseguir que este deseo de envejecer en el hogar sea una decisión consciente y no una imposición como el Coronavirus nos ha hecho vivenciar. Por lo pronto, hasta que consigamos acabar con el bicho.
"Claro que sí, me quedo en casa para vivir mi vejez"
“Claro que sí, me quedo en casa para vivir mi vejez”, me han comentado mis amigos adultos mayores. Espero que yo también pueda reivindicarlo en un futuro próximo.
(*)Francisco Olavarría Ramos. Director Relaciones Institucionales de Depencare . Empresa de cuidados a domicilio para personas mayores con algún grado de dependencia o discapacidad.
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