Salud y envejecimiento poblacional: ¿Viviremos más? ¿Viviremos mejor?
Inauguramos esta nueva serie de dependencia y cuidados en la que contaremos con las contribuciones de los mayores expertos en esta materia. A lo largo de la misma, iremos acercando a nuestros lectores las diferentes temáticas de dependencia con un nivel divulgativo pero sin perder el rigor, haciendo referencia a documentos técnicos cuando sea necesario para aquellos que deseen ampliar conocimiento. Esperamos que la disfrutéis.
El siglo XX fue terrible y fantástico al mismo tiempo. En él se aunaron atrocidades y maravillas fruto de la acción humana como no se habían visto anteriormente en tan corto espacio de tiempo. Uno de nuestros hitos como especie, del cual disfrutamos hoy en día y que ha transformado nuestras sociedades y nuestro modo de vida, es la mejora en la esperanza de vida.
Quizás al lector le sorprenda saber que, en los albores del siglo XX, la esperanza de vida en España no superaba los 35 años. Hoy ronda los 83,5 años en 2018; 80,5 en varones y 85,9 en mujeres. Este gran incremento en nuestros años de vida se debe en gran medida a la reducción de la mortalidad infantil, pero también a que la esperanza de vida no ha dejado de crecer en el último siglo y cuarto para todos los tramos de edad, incluyendo los mayores de 65 años. Actualmente, cerca del 20% de la población residente en España tiene una edad igual o superior a 65 años. De ellos, algo más del 30% tiene 80 o más años. Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística estiman que, en 30 años, el porcentaje de población de 65 o más años superará el 30% y, de éstos, los de 80 y más años se acercarán al 40%. Las mejoras en la higiene y la alimentación, en la primera parte del siglo XX, y de la medicina y las condiciones laborales y socioeconómicas en la segunda mitad del siglo, explican gran parte de esta historia de éxito.
A medida que íbamos sumando años a nuestras vidas, surgieron otras cuestiones relevantes: ¿cuál es la calidad de vida en esos años adicionales? Y, el proceso iniciado en algunos países en el siglo XIX, y en España en el XX, ¿continuará durante el siglo XXI? Existen varias hipótesis sobre cómo evolucionará nuestra salud en las próximas décadas. Para explicarlas vamos a ayudarnos de la figura que aparece a continuación. En ella partimos de un “escenario inicial” que correspondería con la salud presente, y frente a ella se analizan tres escenarios alternativos. En primer lugar, el correspondiente a la llamada “hipótesis de la compresión de la morbilidad” sostiene que nuestra esperanza de vida continuaría incrementándose, mientras que el inicio de enfermedades crónicas y discapacidades se retrasaría de una manera más que proporcional a la ganancia en años de vida: esta es la hipótesis optimista. El escenario de “expansión de la morbilidad” también considera que viviremos más, pero el escenario de inicio de las enfermedades se mantendría, por lo que los años de vida ganados serían en peor calidad. Escenario pesimista: viviremos más, pero con mala calidad de vida en esos años adicionales. Un escenario intermedio es el llamado de “equilibrio dinámico”. En el mismo se asume que viviremos más años, de los cuales algunos serán en buena salud y otros en situación de morbilidad.
Para matizar los anteriores escenarios, conviene señalar que los avances médicos de las últimas décadas, si bien no han conseguido la cura de la mayoría de las enfermedades crónicas, sí han mejorado la calidad de vida de las personas que las padecen. Por tanto, además de considerar si vamos a desarrollar enfermedades crónicas en edades avanzadas, se postula como muy relevante el progreso de los tratamientos médicos para que dichas enfermedades no devengan en discapacidad y que, a su vez, esta no se transforme en dependencia. En las últimas décadas parece que los escenarios dominantes han sido los de compresión de la morbidependencia o de equilibrio dinámico.
¿Qué nos depara el futuro en España? A día de hoy no podemos dar una respuesta definitiva, contemplando un marco temporal a dos o tres décadas vistas. Por una parte, tenemos razones que invitan al optimismo: la mejora de los niveles educativos de la población, las constantes innovaciones en el campo biomédico o la mejora en ciertos comportamientos (como la reducción de la prevalencia del hábito tabáquico) apuntan a un escenario de compresión de la morbidependencia. Por otra parte, el impacto de las crisis sobre las desigualdades socioeconómicas y sus efectos sobre la salud y el bienestar, el empeoramiento de otros comportamientos (creciente prevalencia de obesidad infantil y adulta) o la escasa inversión en políticas de salud pública de largo recorrido nos trasladan a otros escenarios más pesimistas.
¿Cuál o cuáles de estos elementos pesarán más sobre nuestra salud en el futuro? Como señalábamos, la verdad es que no lo sabemos. Apenas hace unos meses alguno de los libros más vendidos teorizaba sobre si el homo sapiens estaba preparado para convertirse en una especie superior (homo deus). En el momento de escribir estas líneas nuestras sociedades se encuentran amenazadas por un nuevo e inesperado enemigo, el SARS-Cov-2, el cual no solo amenaza nuestra salud, sino que nos arrastra a una nueva crisis económica.
“En esencia, todos los modelos están equivocados, pero algunos son útiles”1 . El futuro no está escrito. Es útil disponer de escenarios que nos muestren diferentes posibilidades, pero las realidades no se esperan, se construyen. Son nuestras decisiones individuales y comunitarias las que nos trasladarán a uno u otro escenario.
Escenarios de compresión/expansión de morbidependencia
1Frase atribuida a George E. Box, eminente estadístico británico del siglo XIX, presidente de la American Statistical Association y del Institute of Mathematical Statistics. Agradecemos a Beatriz González el descubrirnos esta cita.
(*) Juan Oliva, Luz Mª Peña Longobardo y Raúl de Pozo Rubio son profesores del Departamento de Análisis Económico y Finanzas de la Universidad de Castilla La Mancha. Su actividad científica está centrada en la economía y gestión de la salud, con especial interés en el impacto económico de las enfermedades, el uso de la evaluación económica aplicada a la toma de decisiones Y el análisis de los cuidados de larga duración.
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