¿A cuánto asciende el valor del cuidado informal en España?
Abordaremos la sostenibilidad financiera de los sistemas de cuidados a personas dependientes en nuestro país.
En post anteriores se mostró que las familias españolas cuidadoras de personas dependientes dedican en media casi 12 horas diarias a estas tareas en nuestro país, y que el perfil de dichas personas cuidadoras es, fundamentalmente, mujer de edad avanzada, cuya principal actividad económica son las labores del hogar, sin estudios, y que realizan tareas de ayuda a la movilidad. Adicionalmente, se mostró al lector el papel (clave) que los cuidados informales juegan en el cuidado de las personas con autonomía limitada . Esta importancia también se traslada cuando hablamos sobre la sostenibilidad financiera de los sistemas de cuidados a personas dependientes en nuestro país.
Aun no existiendo un desembolso directo ni por parte del Estado (más allá de la prestación económica para cuidados en el entorno familiar y apoyo a cuidadores que contempla el SAAD) ni por parte de la persona cuidada, es importante señalar al lector que este recurso -el tiempo dedicado por los familiares a cuidar a personas de su entorno con limitaciones en su autonomía - no es “gratuito”. Si bien es ampliamente conocido que el recurso más valioso y preciado del que disponen las personas es el tiempo. Y no solo porque es finito, también porque es no almacenable, sino perecedero y su transcurrir, inexorable, desde el ámbito económico y social, resulta por tanto imprescindible y necesario valorar dicho recurso cuando hablamos de la sostenibilidad financiera de los sistemas de cuidados a personas dependientes. De este modo, el coste atribuido a dichos cuidados suele estar asociado, por un lado, a la valoración económica del tiempo invertido (impacto/coste económico), y, por otro, a la carga en términos de problemas sociales y de salud sufridos debido al cuidado brindado (impacto no económico). En este post, nos centraremos únicamente en el primero de ellos (valoración del tiempo-coste/impacto económico).
Pasando a las cifras, y teniendo en cuenta los datos de la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia (EDAD) correspondiente al año 2008, el coste asociado a los cuidados informales en España osciló entre los 32.164 millones de euros, si se considera el método de reemplazo (lo que costaría sustituir el cuidado informal por cuidado profesional de atención a domicilio), 24.512 millones de euros bajo la técnica del coste de oportunidad (donde se valora el tiempo en función de la actividad a la que la persona cuidadora renuncia), y 29.354 millones bajo la técnica de valoración contingente (técnicas para revelar la disposición a pagar o a ser compensando a cambio de reducir/aumentar una hora de tiempo de cuidado). Para que el lector se haga una idea más clara sobre el peso que suponen estas cifras para la economía de España, este coste representaría en torno el 2,96% del PIB. En términos medios, el coste de cada persona cuidada en España se situó en 23.987 €/año (teniendo en cuenta el método de reemplazo), 17.896€ considerando el coste de oportunidad y 21.892 €/año bajo la técnica de valoración contingente.
No obstante, es importante señalar la existencia de una clara asociación entre el coste asociado al cuidado informal y el grado de dependencia de la persona cuidada, esto es, cuanto mayor es el grado de dependencia, mayor es el coste asociado a los cuidados familiares. Así, si la persona cuidadora prestó sus cuidados a una persona con un nivel de dependencia leve, el coste asociado a dichos cuidados es de 16.883 €/año por cada persona cuidadora, mientras que si dichos cuidados se prestaron a una persona con dependencia severa, el coste asociado rondaría los 31.941 €/año (ambas estimaciones efectuadas mediante el método de reemplazo). Del mismo modo, si se valora el tiempo sacrificado (coste de oportunidad), cuidar a una persona con una dependencia leve costó 12.294 €/año por cada persona cuidadora frente a 24.801 €/año si se trata de una persona con dependencia severa. Finalmente, considerando las preferencias de las personas cuidadoras (valoración contingente), cuidar a una persona con dependencia leve costó 15.408 €/año por cada cuidador, mientras que cuidar a una persona con dependencia severa costaría 29.151 €/año. No obstante, es importante señalar que desafortunadamente esta encuesta no se ha repetido desde hace más de doce años, y por tanto, son los datos más actualizados que cuentan con el valor de estos cuidados a nivel nacional.
En términos generales, a pesar de su magnitud e importancia, estos costes no suelen ser revelados y sus magnitudes no se encuentra en las mesas de los decisores de mayor nivel en el momento del diseño de las políticas o de la asignación de recursos entre distintos cursos de acción, puesto que, al contrario del gasto sanitario o en servicios profesionales, no existe una partida presupuestaria ligada a los recursos familiares empleados, de tal modo que en algunas áreas se les ha calificado de “costes invisibles”. Así, lo que no se define, no se puede medir. Lo que no se mide, no existe, y por tanto no se puede mejorar. Ahora que ya contamos con aproximaciones, aunque inexactas del valor del cuidado informal, podemos contemplar con elementos objetivos, y más allá de la intuición, su enorme relevancia para el cuidado de personas con limitaciones en su autonomía, ya que, con las cifras sobre la mesa, el valor de los cuidados informales (aun siendo los calculados hace más de una década) cuadriplicaría las cifras de coste total más actuales del SAAD (32.164 millones vs 7.986 millones de euros).
(*) Juan Oliva, Luz Mª Peña Longobardo y Raúl del Pozo Rubio son profesores del Departamento de Análisis Económico y Finanzas de la Universidad de Castilla La Mancha. Su actividad científica está centrada en la economía y gestión de la salud, con especial interés en el impacto económico de las enfermedades, el uso de la evaluación económica aplicada a la toma de decisiones Y el análisis de los cuidados de larga duración.
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