Tribuna de análisis: ¿Preparamos las pensiones de jubilación para el siglo XXI o nos las reforman otros?
En este proceso de reforma de las pensiones que estamos viviendo, el debate no se está enfocando adecuadamente, ya que no participan suficientemente en el mimo los principales afectados: los pensionistas del futuro, es decir los jóvenes.
Tras las “suaves” Recomendaciones del Pacto de Toledo y las propuestas del Ministro de Inclusión y Seguridad Social ante el mismo, y el inicio de los trabajos de una reforma que de momento parece laxa, ha vuelto la petición de la Comisión Europea para reformar las Pensiones Públicas españolas en aras a asegurar su sostenibilidad futura, exigencia que está operando como requisito puesto por la UE para que España acceda a los Fondos de ayuda Next Generation.
El Tsunami aparece a mitad de década de los 20 y nos arrastrará con toda su fuerza durante las próximas décadas
En 2019 el gasto en Pensiones consumió casi el 40% de gasto público total. Las estimaciones de la AIREF en 2020 eran que el gasto en Pensiones se incremente desde casi el 11% del PIB en 2019 hasta un 14,2% en 2050 o un 15, 2% si finalmente se derogase el factor de Sostenibilidad.
Amenaza con desequilibrar nuestro bienestar futuro al no disponer nuestro Sistema actual de pensiones de los mecanismos para afrontar el déficit derivado de la demografía ( por el incremento de la esperanza de vida y de la tasa de dependencia- es decir, del número de pensionistas sobre número de trabajadores activos que pasará del 30,5% en 2015 a un 78% en 2050-OCDE-).
Las perspectivas para los pensionistas del futuro son mucho más preocupantes que para los del presente, por lo que el debate actual ha de llevarse del presente al futuro.
Las Pensiones actuales y el mantenimiento su poder adquisitivo está garantizado. La fórmula plurianual que lo vinculará al IPC se regulará por ley en próximas fechas. Ya no habrá una dependencia de la aprobación anual en los PGE, sino un mecanismo automático. Además, los nuevos pensionistas de los próximos años (corto plazo) solo se están jugando un empeoramiento en el tratamiento de la jubilación anticipada voluntaria.
Muchos pensionistas actuales no se muestran satisfechos con sus pensiones, ya que los ingresos durante jubilación son insuficientes para ellos. Ello pese a que los estudios muestran que un jubilado español por cada euro cotizado durante su etapa activa cobra de media 1.74 euros durante jubilación euros (Banco de España). El problema no esta en las pensiones, sino en la base para su cálculo: los salarios en España, que determinan las bases de cotización, cotizaciones y las pensiones, son bajos.
Son los jóvenes quienes han de alzar la voz y exigir medidas, pues son sus pensiones futuras, y de nadie más
Quien sobre todo deben opinar, y con quién hay que establecer el debate, son las más jóvenes generaciones: Millennials (nacidos a partir de 1981) y la Generación Z (nacidos a partir de 1996). Sino se toman medidas, se van a encontrar un sistema de Seguridad Social técnicamente quebrado, es decir, estructuralmente dependiente de transferencias del Estado (o créditos sin posibilidad de devolución) para afrontar el pago de las pensiones.
Por lo tanto, nos encontraríamos con un sistema solo parcialmente contributivo, donde una parte de la pensión se pagaría permanentemente con impuestos (o deuda pública) y no con cotizaciones sociales, quitando las pensiones presupuesto a otras partidas sociales.
Y aquí está el gran problema de las pensiones… en que, si no se reforman, ellas empujaran la caida del Estado de Bienestar.
La coyuntura económica, los retos del corto plazo, y la difuminación que produce la lejanía del largo plazo hace fácil las cosas a los responsables públicos
La economía del comportamiento nos habla del sesgo del presente, que hace que las personas elijamos la satisfacción del corto plazo antes que la felicidad futura, y apunta que ello tiene impacto entre otros en nuestras decisiones de ahorro. Este sesgo de presente puede estar afectando también a la intensidad que los jóvenes ponen en la defensa de sus pensiones futuras y de su estado de bienestar futuro.
Los jóvenes tienen el foco puesto en un muy duro y retador corto plazo. Encontrar y mantener un empleo de calidad, salir adelante en un entorno de inestabilidad agravado aún más por COVID19, hace que sus principales inquietudes y demandas lógicamente se dirijan a su presente. Pero en el futuro les espera una “bomba de relojería” si nadie la reprograma.
Probablemente, millenials y centenials, las generaciones con mayor nivel de estudios de la historia, sean las que fueran más comprensivas con una reforma estructural e integral de las pensiones del futuro, pero hay que planificar esa reforma con tiempo para darles tiempo a “jugar su partida de otra manera”. Las reglas de juego se han de saber con antelación para poder actuar, al menos 25 o 30 años antes.
Una reforma estructural para el medio y largo plazo es incómoda y no siempre fácil de entender, pero una reforma estructural en el corto plazo impuesta, no prevenida con tiempo y cuando ya no hay otra solución, es una canallada generacional
Si se bajan las pensiones de los pensionistas de las próximas décadas (el porcentaje que representan de su salario como trabajador activo) para poder afrontar su coste, o si se corrige la contributividad de las mismas para conseguir la equidad actuarial (igualdad entre lo cotizado y lo recibido) esto lo ha de conocer cada persona afectada, a ser posible, desde el momento que entra en el mercado laboral.
Las reformas de los Sistemas Públicos (cuentas nocionales) en Suecia e Italia así lo hicieron, aplicando periodos transitorios y haciendo entrar en el nuevo sistema al 100% únicamente a los más jóvenes.
Ello les permitirá otro tipo de medidas compensatorias u otros caminos, por ejemplo, preparar su jubilación complementando la pensión pública con otras fuentes de ingresos, como el ahorro capitalización a título individual y el de empleo. En definitiva, un mayor compromiso en enviar rentas presentes al futuro: el compromiso personal de cada joven de cuidar del jubilado que un día serán la mayor parte de ellos.
El gran damnificado de la no reforma estructural de las pensiones españolas no son las pensiones españolas, sino los otros pilares de nuestro bienestar social y de nuestro futuro como país
Los damnificados por unas Pensiones no adaptadas a los nuevos tiempos serán especialmente la Educación, la Sanidad (ambas con recursos a hoy en día a todas luces insuficientes), la asistencia social, y la inversión en investigación y desarrollo para mejorar la competitividad de nuestra economía y de nuestras empresas.
Paradójicamente, la pandemia de COVID19 podría “salvar” la Sanidad española. Nuestra sociedad y sus políticos nos hemos dado cuenta de cuán importante es tener un sistema sanitario de calidad, con medios y recursos suficientes y profesionales bien pagados.
Con las pensiones consumiendo una parte principal de los recursos públicos, la Sanidad “salvada”, el futuro de la educación pinta de color gris oscuro. La educación es el futuro de un país: es su competitividad, su productividad, su riqueza, su bienestar. Los diferentes informes (OCDE, WEF, Informe Pisa) muestran sus deficiencias, la insuficiencia de recursos y la baja orientación al mundo profesional.
La Pensiones salvaron a muchas familias durante la última crisis de 2008-2013, pero si nadie las adapta a siglo XXI ahogaran las otras partes de nuestro estado de bienestar
La Pensiones salvaron a muchas familias durante la última crisis de 2008-2013, pero si nadie las adapta a siglo XXI ahogaran las otras partes de nuestro estado de bienestar.
Aunque se muevan los gastos impropios (ejemplo Pensiones no Contributivas) a los Presupuestos Generales del Estado, financiándose via impuestos, etc., si no se toman otras medidas, la Seguridad Social seguirá entrando en el gran agujero negro de la insostenibilidad, con unas pensiones cada vez de mayor importe ( derivadas del mayor nivel de salarios e ingresos y por lo tanto de pensiones de los nuevos pensionistas), y un mayor número de pensionista creciendo especialmente desde 2023 hasta 2055 ( jubilación y desaparición de la generación de baby boom) y un menor número de cotizantes (debido al descenso de la natalidad desde los años 80).
Hay soluciones mejores que enviar el problema al futuro
Mantengamos las pensiones de los actuales pensionistas y de los que pasaran a ser pensionistas en el corto plazo, cumpliendo con la promesa generacional que se les ha hecho y evitando cambiar las reglas de juego en el último momento.
Pero busquemos fórmulas adecuadas para las pensiones del futuro, que permitan soluciones que sea económicamente suficientes para ellos, pero asumibles y sostenibles para la Seguridad Social. No hay que inventar la rueda, las soluciones existen y están testadas en otros paises, estando vinculadas a los automatismos. Por ejemplo:
- Convertir nuestro sistema de pensiones en un sistema, también de reparto, de Cuentas Nocionales: pensiones públicas de aportación definida, donde cada trabajador va generando en una cuenta virtual un derecho a pensión en función del importe de sus cotizaciones y del número de años cotizados durante toda la carrera profesional, que determinará un importe de pensión calculado en función de la edad a la que se jubile (a partir de una edad mínima) y de la esperanza de vida estimada para su generación.
- Alternativa o complementaria a la anterior, prolongación de la vida activa para adecuarla a una vida más larga: vincular la edad de jubilación a la variación de la esperanza de vida (incremento o decremento).
- Generación de fuentes complementarias de ingresos durante la jubilación de ahorro capitalización, a través del ahorro individual a título voluntario y de un sistema semiobligatorio de previsión social empresarial, desarrollando además un “cuarto pilar” que facilite convertir parte del consumo presente en ahorro para pensiones futuras (pensiones por consumo).
- Todo ello complementado con actuaciones contundentes para el desarrollo del empleo senior, y de políticas de inclusión y diversidad por edad, a través de un compromiso político y de los agentes sociales.
- Además, si los robots aumentan nuestra productividad empresarial y la generación de riqueza, que esa riqueza se redistribuya, entre otros, con una tasa al uso de robot que se destine a financiar parcialmente pensiones.
Unas pensiones sin reformas efectivas lastraran nuestro futuro
Deshagámonos de las medias verdades del presente que ponen en riesgo nuestro futuro. Necesitamos una sanidad, una educación y un empleo de calidad para tener un pais de primera, con calidad de vida y bienestar. Pero no lo vamos a poder tener porque las pensiones de futuro, si no hacemos nada, no lo van a permitir.
Y las “Pensiones” no lo van a permitir porque, si continuamos sin aplicar reformas estructurales verdaderas que afronten nuestros retos demográficos, no se van a poder pagar con cotizaciones en una gran parte y se tendrán que pagar con impuestos y deuda pública, lo que quitará dinero para otras partidas críticas de nuestro futuro.
El debate principal no es con los jubilados de hoy ni del corto plazo, sino con los jubilados del mañana, con los jóvenes de hoy. Son ellos con los que hay que negociar el futuro Sistema de Pensiones.
¿LO hacemos nosotros, lo hace nuestro parlamento y nuestro poder ejecutivo? ¿Y lo hace con el apoyo de los agentes sociales y de la sociedad? ¿O vendrán otros a hacerlo por nosotros?...
(*) Fernando Martínez-Cue socio director de Martinez-Cue & Asociados, consultores de beneficios para empleados, pensiones, riesgos y seguros. Experto en riesgos personales, pensiones, beneficios y seguros para empleados, programas internacionales de seguro. Previamente, 20 años de experiencia en importantes compañías multinacionales de Seguro y Banca (Zurich Seguros y Deutsche Bank), parte de ellos como directivo de la división de clientes corporativos. Ha sido director del área de Corporate Life & Pensions de Zurich Seguros, y director de Marketing y Cliente de Zurich-Global Corporate.
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